(...) Una importante compañía norteamericana dedicada a la producción de aluminio obtenía como subproducto del proceso un peligroso fluoruro de sodio. Estaban intentando convencer a varias naciones de que lo utilizasen como aditivo en sus depósitos de agua potable, afirmándose que ofrecían incluso dinero a diversas autoridades públicas para que éstas propagasen la idea de que era beneficioso para la dentadura de los niños. Cuando vendían su subproducto como veneno para ratas, obtenían sólo 3 centavos por kilo de peso; mientras que, cuando lo vendían para el consumo humano, conseguían una cifra varias veces superior.
(...) Más de 800 urbes y ciudades de EEUU han rechazado o interrumpido la fluorificación de sus depósitos de agua potable. Pero cuando un individuo lleno de espíritu cívico, un tal Mr. Robinson, de Nueva Zelanda, ofreció un cheque de mil libras a cualquiera que pudiese demostrar que era posible mantener los depósitos de agua fluoridificada por debajo del margen seguro de una millonésima parte de fluoruro de sodio, nadie se atrevió a aceptar el desafío. Lo que demuestra claramente que la fluoridificación representa una sombría amenaza para nuestra salud.
(...) Existen además dos tipos de compuestos de fluor:
1) Las modalidades orgánicas, que se encuentran en la Naturaleza, y que contienen siempre algo de calcio.
2) Las modalidades inorgánicas que, cuando se introducen en nuestro organismo, se apoderan inmediatamente de la parte de su contenido de calcio, como el que se encuentra en nuestros músculos, contribuyendo a debilitarlos. Esto resulta especialmente dañino cuando son los músculos de nuestro corazón los que se ven despojados de calcio. El problema es que las modalidades orgánicas -es decir, las modalidades naturales de compuestos de flúor- no son muy solubles, mientras que las inorgánicas, como el peligroso fluoruro de sodio, sí lo son.>>